Ciudades, clima y aire acondicionado: ¿Una relación incómoda?

Una cadena de sucesos dio lugar a la invención del aire acondicionado. John Gorrie, que trabajaba como físico en un puerto algodonero de Florida empezó estudiando los efectos del clima sobre la salud de la población y acabo inventando una máquina de vapor para comprimir el aire. Como consecuencia de este invento llegaron las maquinas refrigeradoras, las de fabricación de hielo o de cerveza alemana, los termos domésticos, el aire acondicionado… y así hasta llegar al control mecánico total del aire en los edificios.

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Maquina de hielo de John Gorrie

Poco podía imaginarse en 1850 el doctor Gorrie que su solución para mejorar la situación de los enfermos de malaria iba a tener profundos efectos sobre los estilos de vida y el medio ambiente.

Estamos aislados del exterior, sobre todo si vivís en grandes ciudades. Las casas, las oficinas, los colegios, los centros de ocio, los medios de transporte, casi ningún espacio escapa al aislamiento. Y al final quien puede culparnos si las ciudades que son nuestro hábitat están cada vez más lejos de ser habitables. Nuestras ciudades dan la espalda al medio ambiente exterior, un medio ambiente cada vez más contaminado y desconectado del entorno natural. Como consecuencia depositamos nuestra confianza en los climas interiores controlados y “sanos”, sin embargo estamos deseando que llegue el fin de semana para escapar del clima urbano insano y del aire acondicionado para sentir el aire limpio, ver el cielo y disfrutar de la luz del sol.

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Buenos Aires. Imagen: Walter e Imane

Y yo me pregunto ¿Por qué? Quiero decir ¿Que sentido tiene gastar una enorme cantidad de energía, de recursos y de esfuerzo en proporcionar un confort en el interior mientras mantenemos un medio ambiente exterior cada vez más inútil?. Acaso no sería más lógico y mucho más sostenible prestar atención al clima de los lugares y aprovecharlo en nuestro beneficio como se ha hecho durante siglos.

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Imagen: Jose Luis Cernadas Iglesias

Las formas originales de las ciudades antiguas y sus paisajes urbanos son excelentes ejemplos que pueden proporcionarnos inspiración para su aplicación actual. Tradicionalmente los seres humanos han modificado los microclimas para adecuarlos a sus necesidades y a las condiciones locales, porque el confort humano e incluso la supervivencia, ha dependido de la habilidad con que edificios y lugares se han adaptado al medio ambiente climático.

Las ciudades de los climas cálidos y húmedos aprovechan el viento para ventilar y refrescar el ambiente. Ejemplos de acondicionamiento natural son los captadores de viento que se instalan en los tejados de las casas del distrito del bajo Sindh en Pakistán y que canalizan el viento hacia las habitaciones, o los sistemas de enfriamiento pasivos utilizados en Irán mediante torres de viento que funcionan cambiando la temperatura del aire y de este modo su densidad.

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Torres de viento en Yazd, Iran. Imagen: babeltravel

En los climas mediterráneos, el trazado de las ciudades se basa a menudo en una tipología de viviendas con patio agrupadas a lo largo de estrechos callejones, para maximizar el efecto de la sombra y mantener el frescor, atrapando el aire frío de la noche y reteniendolo durante el día. En los patios las plantas y el agua proporcionan lugares frescos de descanso y recreo. Incluso ciudades como las que existen a lo largo de la costa mediterránea de África tienen un trazado tal que sus calles se sitúan de forma perpendicular a la costa haciendo de embudo y aumentando las brisas marinas. Y casi todas las ciudades mediterráneas utilizan toldos o arcadas para proteger las calles del sol.

Imagen: José Luis Filpo
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Marrakech. Imagen: Jesus Abianza

En las ciudades de climas fríos, lo importante es conservar el calor en los edificios, por ello su trazado ha estado tradicionalmente basado en edificios compactos y cercanos entre si para conservar la energía , callejones estrechos para minimizar los efectos del viento y plazas grandes y cerradas para atrapar la luz del sol. Siempre procurando que la vegetación y los propios edificios no proyecten sombra sobre las zonas de captación solar.

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Copenhage. Imagen: Xuanxu

Aunque lo hayamos olvidado, muchas de las decisiones de diseño urbano afectan y mucho al microclima local. Las diferentes configuraciones urbanas influyen directamente sobre la temperatura, el viento, o la radiación solar y como consecuencia sobre el consumo de energía, la calidad del aire y la salud humana. Por ello, debemos recuperar la capacidad de crear lugares al aire libre capaces de beneficiarse de los elementos climáticos y de los elementos del paisaje.

Seguro que John Gorrie estaría de acuerdo… Su única intención fue controlar los efectos del clima sobre nosotros.

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