Una bicicleta inteligente para una movilidad sostenible

Reducir los kilómetros que cada uno de nosotros recorremos a diario es uno de los objetivos principales de la planificación urbana sostenible. Sin duda una situación ideal sería que pudiéramos realizar todas nuestras funciones diarias sin utilizar medios de transporte mecánicos, en menos de 10 minutos.

Pero la realidad de nuestras ciudades es otra, están muy fragmentadas, vivimos aquí, trabajamos allá, y aún más allá nos divertimos o compramos. Es evidente que necesitamos movilidad, pero hay que conseguir ser móviles sin el coche.

En esta linea está The Copenhagen Wheel, un desarrollo del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT Senseable City Lab senseable.mit.edu/copenhagenwheel/) pensado para que desplazarse en bicicleta sea más cómodo y requiera menos esfuerzo. Se trata de una rueda “inteligente” que transforma cualquier bicicleta convencional en una bicicleta híbrida eléctrica.

Al sustituir la rueda trasera por una Copenhagen Wheel se incorpora a la bicicleta un motor eléctrico, de forma que cuando pedaleamos hacia delante el motor nos ayuda (especialmente en las subidas) y cuando frenamos la energía cinética es recuperada y recarga las baterías.

Además, incluye un conjunto de sensores que ofrecen datos relativos al desplazamiento, miden la contaminación del aire (CO y NOx), el nivel de ruido, la humedad, la temperatura relativa o el estado del tráfico. Pero no solo los miden sino que toda esta información se transmite a un smartphone y puede ser compartida tanto con otros usuarios, lo cual es muy útil para planificar las rutas menos contaminadas, como con los servicios municipales, de forma que en el futuro tengan datos que les permitan mejorar sus políticas urbanísticas y de transporte. Y todo esto con un buen diseño.

Este tipo de iniciativas favorecen la movilidad sostenible. ¿Pero qué más se puede hacer?:

1. Aumentar la complejidad de la ciudad, es decir, modificar la estructura de los sistemas urbanos de forma que los servicios y funciones de la vida cotidiana sean fácilmente accesibles, hay que pensar la vivienda, los servicios, el comercio y la industria desde una perspectiva combinada. Una ciudad compacta y con diversidad de usos sería el objetivo. Sin embargo cada vez nos alejamos más de ese modelo, barrios residenciales en la periferia, oficinas en los centros urbanos…En muchas ciudades ¡ya  no es posible ir al cine andando!

2. Conseguir una red de transporte público eficiente y no contaminante que compita , de verdad, con el vehículo privado.

3. Mejorar la calidad de la trama urbana, cuidando cada detalle, e invirtiendo tiempo y dinero en diseñar calles atractivas, especialmente para los peatones, construidas con materiales de calidad.

4. Fomentar los itinerarios peatonales y para bicicletas, creando redes libres de coches que enlacen con plazas y zonas verdes.

5. Disminuir la contaminación acústica y ambiental en los centros de las ciudades, de forma que sea agradable vivir y caminar por ellas.

6. Aprovechar las nuevas tecnologías para hacer más fácil y atractivo el uso de la bicicleta.

7. Y la acción más fácil (o difícil, según se mire), ya que solo depende de nosotros: concienciarnos de que movernos por la ciudad andando o en bicicleta nos permite además de evitar el estrés de los atascos poner nuestro granito de arena para mejorar nuestra calidad de vida y la del planeta.

Y es que no sólo han de ser inteligentes las bicicletas…