Asegurar si una oficina es un lugar saludable para trabajar ya es posible. Igual que podemos hablar de edificios de consumo casi nulo o de edificios sostenibles, y respaldarlo con diferentes certificaciones (PassivHaus, LEED), también es posible certificar oficinas y lugares saludables para trabajar gracias al Well Building Standard. Estoy hablando de espacios que contribuyen a mejorar la salud, el confort y el estado de ánimo de sus ocupantes a través de la incorporación de distintas estrategias, programas y tecnologías.
Gestionada por el GBCI, igual que LEED, es la primera certificación a nivel mundial que tiene como objetivo principal la arquitectura saludable que, mucho más desconocida que la arquitectura sostenible, tiene un objetivo aún más concreto: la salud de los usuarios.
Pasamos casi el 90% de nuestro tiempo en espacios interiores, repartido entre nuestra casa y nuestro lugar de trabajo, por eso debemos preocuparnos de uno y de otro de la misma forma. Y no solo debe preocupar a los trabajadores, sino también a las propias empresas, ya que el estado de ánimo de los trabajadores influye, y mucho, en su creatividad y productividad, y por ello, en la rentabilidad y competitividad de la empresa.
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Son muchas las empresas estadounidenses, principalmente las tecnológicas, las que hace tiempo que saben que su principal activo son sus trabajadores y por ello los cuidan ofreciéndoles como incentivo lugares saludables para trabajar, entornos sanos y estéticamente cuidados que mejoren su bienestar y confort.
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Diseñar un espacio de trabajo para convertirlo en un lugar saludable requiere planificación y un buen equipo técnico que conozca todas la variables que pueden afectar a la salud de los usuarios, y las interacciones que se producen entre ellas. Estas variables están recogidas en el Well Building Standard en 7 conceptos:
- Aire
- Agua
- Alimentación
- Iluminación
- Ejercicio físico
- Confort
- Mente
Son muchos los factores del entorno construido que tienen un impacto importante en nuestra salud, nuestro bienestar y nuestra productividad como trabajadores; por eso tener en cuenta
todos esos factores, analizarlos y gestionarlos correctamente (desde la fase de diseño hasta la de mantenimiento del edificio pasando por la de construcción), es fundamental para conseguir el entorno más saludable posible.
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La calidad del aire que respiramos, la calidad del agua que bebemos y con la que nos duchamos, el diseño de la iluminación, de los espacios y del mobiliario, el confort térmico, acústico y olfativo o la capacidad que tiene un espacio para incentivar el ejercicio físico o favorecer los buenos hábitos alimenticios, y el contacto con la naturaleza es lo que hace que los espacios se conviertan o no en lugares saludables para vivir, trabajar o estudiar.
Para nosotros una cosa esta clara: pongamos la salud del usuario en el centro del diseño, porque solo así conseguiremos trabajadores más creativos y menos estresados, empresas más productivas y rentables, alumnos más motivados y, en general, personas más sanas y felices.
Marian Galindo -Well AP Profesional Acreditado-