La incorporación de elementos vegetales en los espacios urbanos es una práctica cada vez más habitual. Y no sólo eso, sino que además, cada día somos más conscientes de los beneficios que esta práctica tiene en nuestras vidas.
Una de las formas de incorporar elementos naturales en los entornos construidos son los jardines verticales. Éstos pueden ser desde pequeñas intervenciones, como por ejemplo una pared en una vivienda unifamiliar hasta grandes actuaciones como la que hoy nos ocupa: una fachada de 9 pisos de un edificio residencial en Bogotá.
El jardín vertical más grande del mundo
En Bogotá, Colombia, se encuentra el jardín vertical más grande del mundo. Se trata de la fachada del Santalaia, un edificio residencial plurifamiliar, con una superficie total de 33.150 metros cuadrados.
Debo confesar que, a pesar del espectacular resultado, lo que más me atrajo cuando lo vi, fue descubrir que se trataba de un edificio residencial. No es la sede de una multinacional, ni un edificio público simbólico… es, un “simple edificio” de viviendas, eso si, con mucha conciencia medioambiental.
Esta cobertura vegetal, compuesta por 115.000 plantas de 10 especies y 5 familias diferentes tomadas de la costa oeste de Colombia, cultivadas e insertadas en el sistema vertical, es una colaboración entre Paisajismo Urbano y Groncol.
El jardín vertical utiliza un sistema hidropónico patentado, que consta de una serie de “pilares vegetales”, alimentado por estaciones de riego que mantienen las plantas nutridas con el mínimo consumo de agua, gracias a la reutilización del agua de las duchas de las viviendas. Además, el sistema incorpora sensores de humedad y radiación para optimizar el consumo de agua.
Según los responsables del proyecto, la plantas ayudan a compensar la huella de carbono de unas 700 personas, producen suficiente oxígeno para 3.000 personas, y filtran las emisiones de partículas de 745 vehículos.
Beneficios ambientales de un jardín vertical
La utilización de jardines verticales o de cubiertas verdes tiene numerosos beneficios, entre ellos:
- El ahorro energético, gracias a la sombra de las plantas y su poder aislante, y la consecuente reducción del consumo de energía.
- La retención de agua lluvia y la posibilidad de reutilización de la misma.
- La incorporación de elementos naturales a los entornos urbanos que pueden ayudar a fomentar la biodiversidad proporcionando un hábitat para las especies locales.
- A gran escala, más edificios con jardines verticales o cubiertas verdes pueden ayudar a reducir el efecto isla de calor, un fenómeno consistente en el aumento de la temperatura en el centro de las ciudades con respecto a la periferia.
En definitiva, una fantástica intervención a nivel estético y medioambiental que une vegetación y arquitectura y además, demuestra que “querer es poder”… también en los edificios residenciales destinados a la venta.
Fotografías: paisajismourbano.com