Acaba de terminar el III Congreso Nacional de Edificios de Consumo Casi Nulo en Madrid y muchos aún siguen sin estar familiarizados con el término, a pesar de que la Directiva Europea 2010/31/UE obliga a que a partir de 2020 todos los edificios sean de consumo casi nulo, y que a partir de 2018 lo sean todos los edificios públicos. Así que… menos de 4 años para el primer caso… y menos de 2 para el segundo!
Considerando el día a día del sector de la construcción más convencional, el camino que queda por hacer es bastante largo, y parece una realidad difícil de conseguir con estos plazos.
Por otro lado, es evidente que la creciente preocupación por la eficiencia energética hace que la generalización de los Edificios de Consumo Casi Nulo pueda llegar a ser una realidad en menos tiempo del que hoy imaginamos y los plazos puedan ser realmente cumplidos. Y digo “realmente cumplidos” porque en España, es habitual que la legislación (a veces afortunada y otras no) vaya por un lado y la realidad final por otra… pero eso es un asunto aparte. Eso sí, teniendo en cuenta la actual situación normativa en lo referente a autoconsumo y balance neto la progresiva generalización del Edificio de Consumo Casi Nulo se hace más complicada.
¿Qué son los Edificios de Consumo Casi Nulo?
La definición exacta de qué se considera un Edificio de Consumo Casi Nulo (NZEB) está por concretar, pero la propia directiva dice que un Edificio de Consumo Casi Nulo es aquel que para su funcionamiento requerirá:
“una cantidad casi nula o muy baja de energía que debería estar cubierta, en muy amplia medida, por energía procedente de fuentes renovables, incluida energía procedente de fuentes renovables producida in situ o en el entorno”
Es decir, se trata de edificios que requieren niveles mínimos de energía que se cubre con fuentes renovables y, a poder ser producida en el entorno del propio edificio.
Por lo tanto, para conseguir un Edificio de Consumo Casi Nulo el punto de partida ha de ser un diseño pasivo, analizando muy bien la incidencia del sol en el edificio y reducir al máximo las pérdidas térmicas, para así conseguir que la demanda de energía sea mínima.
A partir de ahí vendrá el dimensionado de instalaciones de climatización para reducir el consumo, y se diseñará la forma de generación de energía renovable que cubrirá dicho consumo.
Pero hay que destacar una de las conclusiones que he podido leer del III Congreso de Edificios de Consumo Casi Nulo: el hincapié que se ha hecho en lo que a confort y salud de sus ocupantes aporta un Edificio de Consumo Casi Nulo. No nos olvidemos que, aunque el origen de de la directiva europea es la eficiencia energética, un Edificio de Consumo Casi Nulo supone para el usuario un confort muy superior y una afección mucho menor a su salud. Al fin y al cabo, volvemos a hablar de mejorar nuestra calidad de vida. ¿Y eso no es lo que queremos todos?