Pensar en Barcelona es pensar en Gaudi, Picasso o Miró, es pasear por las Ramblas o por la Diagonal, es Santa María del Mar y La Sagrada Familia, es a la vez su barrio gótico y su ensanche. Barcelona es una ciudad cosmopolita y abierta, que ha tenido muchas oportunidades y casi siempre las ha sabido aprovechar.
Una de esas oportunidades, surgió en 1859 cuando Ildefons Cerdá ideó para Barcelona lo que acabaría siendo un proyecto pionero y fundamental de la historia del urbanismo, un plan de reforma y ensanche de Barcelona. Las ideas iniciales eran revolucionarias, incluso ahora lo serían.
Hablaba de un planeamiento articulado mediante calles anchas y zonas verdes, a grandes rasgos de una retícula ortogonal rota por dos grandes diagonales que generaba manzanas octogonales de las que solo debían construirse dos de sus lados quedando en el interior un a zona verde pública, calles de 20 metros y edificios de no más de 16 metros de altura.
No todo se acabó materializando, pero el Plan Cerdá supuso sin duda un salto histórico para la ciudad, la Barcelona de hoy no puede entenderse sin él.
Ya han pasado más de 150 años y no paran de surgir estudios relacionados con la “retícula de Cerdá”. Uno de ellos, el planteado por Alessandra Curreli y Helena Coch Roura nos ha llamado la atención por lo novedoso de su planteamiento: ¿La orientación de la retícula de Cerdá es la mejor desde el punto de vista de eficiencia energética o habría sido más sostenible orientarla Norte-Sur, Este-Oeste?
El estudio analiza la relación entre la estructura morfológica de la trama urbana (principalmente la orientación de las calles y la proporcionalidad entre la anchura de las calles y la altura de los edificios) y el potencial acceso solar de los edificios, prestando especial atención a las superficies verticales, que son las capaces de aprovechar de forma pasiva la radiación solar directa, y mejorar así la eficiencia energética del conjunto.
Construyen para ello un prototipo 3D con 9 manzanas del ensanche de Barcelona, y mediante un programa informático estudian la distribución de la energía solar captada por la envolvente del edificio.
Plantean y comparan dos configuraciones, la real y una virtual, de iguales características pero girada 45º, es decir orientada norte-sur.
Las conclusiones objetivas son las siguientes:
- la configuración actual es mejor desde un punto de vista cualitativo, ya que se obtienen ganancias más homogéneas y una distribución más equitativa a lo largo de la envolvente del edificio, es decir todas las fachadas reciben radiación solar. Es más equilibrada para las diferentes fachadas, pero también tiene una menor ganancia de energía solar respecto del caso virtual, que es mejor desde el punto de vista cuantitativo.
- La configuración virtual acumula más ganancia solar y es por ello más productiva pero impide que todas las fachadas disfruten de la radiación solar. El estudio revela una ausencia total de radiación en invierno en la fachada Norte.
Las autoras finalmente concluyen que la orientación más adecuada desde el punto de vista de la eficiencia energética es, en los climas mediterráneos, la intermedia entre las dos configuraciones estudiadas, la Sur- Sureste, un justo equilibrio entre cantidad y calidad.
Yo por mi parte, me planteo una cuestión: ¿Que habría pasado si el estudio se hubiera planteado con las condiciones iniciales del Plan Cerdá?
Quiero decir, la idea original era construir solo dos de las fachadas de las manzanas y no las cuatro.
Probablemente, de haberse ejecutado el plan tal y como se concibió las conclusiones del estudio serían diferentes y no sería necesario elegir entre cantidad y calidad, al haberse podido plantear dos bloques con viviendas pasantes que disfrutaran de dos orientaciones y de ventilación cruzada. Ahí os dejamos el reto…
El estudio completo en:
http://upcommons.upc.edu/revistes/bitstream/2099/13010/7/ACE_21_SA_14.pdf